Una visita sorpresa

Bobby Hendry es la persona responsable de la selección de menús, el mantenimiento, los procedimientos higiénicos y del personal en los centros alimentarios Food for People (Alimento para la gente, FFP por sus siglas en inglés) que están en funcionamiento en la India, Nepal y Ghana.

En su función como supervisor, Bobby realizó una visita sorpresa de inspección al centro FFP en Otinibi, Ghana, para asegurarse de que las directrices se estaban ejecutando y de que el alto grado de eficacia se mantenía.

La razón del viaje a Accra

Concerté el vuelo a Ghana anunciado para el 26 de julio de 2012, con la intención de realizar una inspección en las instalaciones del FFP en Otinibi. La razón por la que realicé el viaje, sin previo aviso al personal, fue darme la oportunidad de comprobar si el centro funcionaba correctamente cada día. Necesitaba ver el centro “tal como es” y debo de admitir que albergaba ciertas inquietudes.

Tenía varias preocupaciones, ¿cumplía el personal del centro con sus tareas diarias? ¿serían la higiene y el servicio asuntos difíciles de llevar? (no tenían porqué serlos) ¿estaría la comida preparada y cocinada adecuadamente? ¿contenían los menús una dieta equilibrada? ¿disfrutaban los niños de las comidas?

Me preguntaba si las instalaciones, como unidad operativa, estaba siendo gestionadas correctamente. ¿Había buen ambiente entre los compañeros? ¿estaban siguiendo los procedimientos que acordamos en la capacitación antes de que el centro se inaugurara oficialmente?

Una serie de sorpresas

El largo trayecto entre Accra y Otinibi continúa siendo tórrido y polvoriento. Las inacabadas y congestionadas autopistas requieren de un amplio conocimiento de la zona para poder acceder a los atajos. Cuando llegas a Otinibi, el edificio de aspecto pulcro con colores crema y azul resulta una visión muy acogedora. El conductor y yo esperamos a que la verja principal se abriera para acceder al patio.

Primera sorpresa: Cuando me marché la última vez justo antes de la apertura, el patio estaba sin concluir, con un equipo de operarios que rastrillaba la suciedad. En la actualidad, está impoluto con una capa de grava y un jardín bien atendido con una hilera de flores ya asentadas que bordean el recinto.

Otra sorpresa: Planifiqué mi llegada para que coincidiera con el momento en el que se prepara el comedor para la llegada de los niños para almorzar. “Genial”, pensé, todo está correcto, todas las mesas estaban perfectamente  montadas y el suelo era un espejo.

Otra bella sorpresa: El personal se dio cuenta de mi presencia en el salón y un griterío se apoderó de la sala a la vez que comenzaron a dar brincos sin coordinación, de una forma similar a la que se realiza en las bodas escocesas. Querían saber  porqué, dónde y cuánto tiempo iba a quedarme en las instalaciones.

Les gasté la broma de decirles que había venido a revisar su trabajo y una vez que logramos calmarnos les comenté que no se trataba de una broma.

Siguiente sorpresa: Se tomaron completamente en serio la explicación de mí visita y realizamos una inspección por todo el lugar. Decir que todas mis preocupaciones desaparecieron sería quedarme corto y que  fueron remplazadas por una sensación de alivio  mezclado con orgullo y gratitud; algo que no olvidaré. Las instalaciones se veían muy bien —limpias y ordenadas. Incluso el personal había comenzado a cultivar verduras en una parcela dentro del recinto.

Otra sorpresa: Los niños más mayores llegan para almorzar.

Los niños más pequeños se habían ido a casa debido a las vacaciones escolares, pero a pesar de su ausencia, el comedor estaba a rebosar. Comprobé que el personal no tenía que organizar a los niños, ellos sabían cómo hacerlo. Pero mi sorpresa mayúscula fue cuando vi que los niños, una vez acabado su almuerzo, recogían sus platos de acero inoxidable, los enjuagaban rápidamente, los lavaban con jabón y los apilaban correctamente.

¿Por qué estaba tan sorprendido?

Durante los días previos a la apertura, intentamos que los niños realizaran esa rutina diaria, pero no estábamos familiarizados con las nuevas instalaciones y la experiencia resultó un tanto caótica. Así que decidimos abandonarla el segundo día. Ahora, los niños están tan acostumbrados al quehacer que lo realizan eficaz y espontáneamente. Comen su almuerzo, lavan los platos y se dirigen al colegio y todo en el tiempo asignado para la comida. ¡Sííííí!

Así mismo, ver a los ancianos del lugar venir a almorzar hizo que me diera cuenta de que las instalaciones están siendo acogidas por toda la comunidad.

Nota final:

Conforme partía, reconocí que el centro alimentario Food for People y el personal habían madurado en un tiempo realmente corto. Con un equipo tan entregado y organizado en un lugar tan maravilloso, ahora me pregunto por qué estaba tan preocupado.

Fotos por Bobby Hendry

 

 

 

 

 

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