El corresponsal de la TPRF, Alex Wierdu, se entrevistó con Christian Yaw Adinkra, encargado de estudios sociales, deportes, religión y educación moral en la escuela de Otinibi con la que colabora el programa Food for People (Comida para la Gente, FFP), en Ghana.
¿Cuáles son las diferencias entre la escuela donde usted trabajaba y esta de Otinibi?
En esta ha aumentado mucho el número de alumnos que vienen de todo el municipio. El centro alimentario ha conseguido que esta escuela sea algo único. Ninguna escuela cercana y de hecho, ninguna del país, dispone de un lugar semejante. Por otra parte, los alumnos se desempeñan aquí mucho mejor que en mi anterior escuela.
¿Qué impacto ha tenido el centro sobre los niños de la escuela de Otinibi?
Me sorprende hasta qué punto la comida les ayuda. Están entusiasmados, felices, por fin pueden ser niños. ¡Es asombroso! Prestan mucha más atención porque saben que les espera una comida sana y deliciosa. Créame si le digo que estudiar con el estómago vacío no es fácil. Están más relajados, centrados y con la actitud adecuada para aprender y desempeñarse bien en la escuela. Y tienen más esperanza. La idea de que no tendrán que dejar de estudiar, que podrán acabar sus estudios, sin temor al hambre, les da mucha esperanza.
El dinero que les daban sus padres para comer, se usa para pagar la matrícula y así pueden continuar estudiando. Su salud ha mejorado claramente, disminuyendo los ingresos hospitalarios y el absentismo escolar. Y también ha mejorado notablemente su rendimiento escolar, deportivo y en otras actividades. Eso ha hecho de Otinibi una escuela muy popular en esta zona. A los niños les enorgullece decir que asisten a ella.
¿El centro alimentario está ayudando a la economía local?
Así es. El dinero que los padres les daban para comer, ahora pueden ahorrarlo y se está usando en distintos negocios, intercambios, etc.
¿Con qué desafíos se encuentran una vez que terminan en la escuela, si quieren continuar con sus estudios?
En primer lugar con el aspecto económico. Antes podían ser sus notas, pero eso ha mejorado. El principal motivo por el cual los alumnos no acceden a una educación superior es el dinero. También es cierto que algunos prefieren trabajar en vez de seguir estudiando porque les parece la forma más rápida de conseguir dinero. Unos pocos se decantan por los institutos y el resto aprenden un oficio o similar y se convierten en costureros, peluqueros, albañiles, carpinteros, fontaneros o conductores.
¿Sabe usted si algún alumno de Otinibi ha terminado el instituto o ha ingresado a la universidad o equivalentes?
Antes de que las instalaciones estuvieran aquí, ninguno que yo sepa. Pero actualmente, los alumnos que ya las han disfrutado, están a la espera de los exámenes finales y tengo gran confianza en que seguirán adelante.
¿En qué se diferencia el programa FFP de otras iniciativas de las ONG que conozca, centradas en los niños?
Mi opinión es que ninguno tiene tal nivel de compromiso. Los pocos que conozco lo han intentado pero sin éxito. Mi impresión es que el FFP quiere seguir adelante, su equipo está más comprometido, ponen mucho interés. Las instalaciones están limpias, se cuida la higiene y la comida, además de nutritiva, está rica. Esa es la razón de que los niños no falten a clase. Todas esas razones hacen que el FFP destaque sobre las demás.
¿Cuál es la parte más difícil de su trabajo?
Además del hecho de que no hablo Ga, que es el idioma local, lo más complicado es enseñar, distribuir las tareas y tratar de controlar el elevado número de asistentes a cada clase. Pero lo considero como gajes del oficio, así que me las arreglo.
¿Y lo que más le gusta?
La satisfacción de saber que mis alumnos están centrados, son felices, tienen ganas de aprender y les encanta la escuela. Me encanta que, cuando participamos en exámenes o deportes, mis alumnos destaquen. Y también disfruto de acompañarles mientras charlan animadamente camino de las instalaciones, a la hora de comer.
¿Qué le gustaría decir a las personas que patrocinan el programa en Otinibi?
No se puede expresar con palabras mi gratitud y reconocimiento hacia todos los que, de un modo u otro, apoyan este programa. Quiero que sepan que sus esfuerzos no son en vano y que su apoyo llegará muy lejos, ayudando a formar a los futuros líderes de Otinibi. Y también que dan esperanza a los padres sabiendo que sus hijos tendrán un mejor futuro. Dios bendiga a Prem Rawat y a todos los patrocinadores que nos ayudan. Muchas gracias.











