Doug Sage vive en Toronto, Canadá, y se ha jubilado en una empresa de su propiedad. Ha sido voluntario de la Fundación Prem Rawat (TPRF) desde hace un año. Beryl Williams vive en Inglaterra y tiene una agencia de traducción. Doug y Beryl son miembros del equipo internacional de voluntarios del Programa de Educación para la Paz (PEP). Esta segunda entrega de nuestra serie de historias sobre voluntarios contiene extractos de las entrevistas a estos dos protagonistas.
TPRF: Por favor Doug, describe tu papel como voluntario.
DS: He desempeñado varios roles durante el último año. En el ámbito local, ayudo en el montaje y en la puesta en marcha de las reuniones sobre el PEP que tienen lugar en Toronto. También modero y proporciono apoyo técnico en la conferencia internacional mensual de los voluntarios del PEP. Además, respondo a los correos que llegan de las personas que quieren iniciar un curso del PEP en su área y a las preguntas que nos formulan sobre los materiales. Recientemente, Sherry Weinstein, directora del programa, nos pidió a Beryl y a mí que ayudásemos a reestructurar el proceso para implementar los nuevos programas educativos alrededor del mundo.
TPRF: Suena como un trabajo enorme.
DS: No, si disfrutas de lo que haces.
TPRF: ¿Cuáles son algunas de las cualidades y destrezas que se requieren para desempeñar esta labor?
DS: Bueno, tengo buena mano organizando, ya que necesitas esa característica para dirigir un negocio. Utilizo bastante mi habilidad con la computadora y creo que mi capacidad interpersonal resulta muy útil, ya que soy un buen comunicador. Me gusta trabajar con la gente. Mi negocio de ventas me ayudó a potenciar mi habilidad para relacionarme con los demás.
TPRF: TPRF: Beryl, cuéntanos un poco acerca de ti.
BW: Vivo en Yorkshire, en un área forestal, y trabajo desde mi casa como traductora, lo que me permite responder con rapidez a cualquier mensaje. Mis hobbies son caminar, observar las flores silvestres y la naturaleza en general. No hay nada que me guste más que escuchar el silencio de la campiña, y compartirlo con mi nieta de 10 años..
TPRF: ¿Beryl, qué te motivó a ser voluntaria del Programa de Educación para la Paz?
BW: Asistí a una conferencia en Australia, y la TPRF presentó el PEP con algunos videos muy conmovedores sobre las iniciativas en cárceles. Vivo cerca de una de las mayores cárceles de alta seguridad de Europa, y me resultó especialmente revelador ver cómo el programa había transformado la vida de los internos que asisten al curso, sentí que tenía algo que ofrecer, ya que dispongo de conocimientos lingüísticos.
TPRF: Existen muchas organizaciones en las que ejercer como voluntaria, ¿por qué elegiste la TPRF?
BW: Desde muy temprana edad, he apoyado a las organizaciones benéficas, en especial a las relacionadas con causas humanitarias y con la protección de animales. Me apasiona el PEP, ya que he sido testigo de la transformación de la vida de personas que habían perdido la autoestima y la esperanza y que experimentaban una soledad insoportable. Resulta gratificante ser una pequeña parte de la implementación del programa alrededor del mundo. La TPRF es muy diferente; mientras muchas organizaciones muestran imágenes de personas sufriendo para incentivar las donaciones, la Fundación se aproxima desde la perspectiva de la alegría y la compasión. No hace que la gente se sienta culpable de lo que está sucediendo en el mundo.
TPRF: ¿Hay algo en particular que disfrutes más o que te haga disfrutar más siendo voluntaria de la TPRF?
BW: Cuando me dedico a este fin en particular, me siento recompensada, no me desgasta. Puede que mi labor sea tan solo una pequeña parte; sin embargo, hay mucho agradecimiento y respeto. Eso no lo encuentras en ningún otro lugar. En otros sitios, para que tu labor sea reconocida tienes que mover montañas, sobrepasar los límites y realizar un esfuerzo titánico. Aquí es al contrario y, desde luego, me inspira a querer dar lo mejor de mí y hacer más. En la actualidad tengo 66 años y quiero pasar los que me queden de la manera más cuidadosa.











