
Colombia ha estado envuelta en el caos de una guerra durante más de cinco décadas, en la que 220.000 personas han perdido la vida y más de cinco millones de personas se han visto desplazadas. La guerra más larga de América parece llegar a su fin ya que varios de los grupos armados están dispuestos a una reconciliación; sin embargo, todavía se enfrentan a retos que deben solventar para construir una paz duradera.
Millones de víctimas traumatizadas y excombatientes necesitan servicios que les ayuden a superar los horrores de la guerra. Un número cada vez más numeroso está encontrado consuelo en el Programa de Educación para la Paz (PEP), que se ha integrado en los planes gubernamentales de reconciliación en escuelas públicas y centros educativos para la paz y la reconciliación.
El PEP consiste en 10 talleres multimedia gratuitos, basados en las conferencias del defensor de la paz Prem Rawat, y tiene como objetivo ayudar a los participantes descubran sus propios recursos como la fuerza interior, la apreciación, la esperanza y la plenitud. Está disponible en 75 países, la Fundación creó el programa con la premisa de que la paz mundial está basada en la paz interior de cada persona. Los participantes de Colombia, al igual que el resto de países víctimas de la violencia, informan que el programa les está ayudando a abandonar el estado de desesperación en el que se encuentran y les ayuda a tener una vida más pacífica.
Zoraida Osorno fue secuestrada con 13 años de edad y obligada a incorporarse a un grupo armado, tras 14 años, emprendió su huida, y dice que el programa le ayuda a superar un sentimiento intenso de rencor. «Fue realmente duro —comenta—, he aprendido mucho de los cursos de Educación para la Paz. Cuando comienzas a descubrir cosas a través del programa, ves la vida de una manera diferente. Empiezas a ver que las cosas son posibles, que puedes seguir adelante y comenzar de nuevo».
Carlos Cano, excombatiente y víctima, se unió a la lucha en busca de poder. Ahora se desplaza en una silla de ruedas de por vida debido a una herida en el campo de batalla, se muestra profundamente arrepentido por esa decisión. En vez de conseguir poder, encontró «un sentimiento de angustia prolongada. Es un estrés que hace que no valores la vida. Me decía a mí mismo: “Si me matan, bienvenida sea la muerte”».
Participar en los talleres del PEP reavivó la pasión por la vida de Cano, y un sentimiento auténtico de poder. «Se hizo hincapié en algo muy importante: creer en uno mismo, —comentó—. Esa fuerza interior que posees, no necesitas buscarla, ya está ahí. Incluso cuando tocas fondo, la tienes. Regresa».
Motivado por este tipo de iniciativas, el Dr. Néstor David Restrepo Bonnett, secretario de Educación de la región de Antioquia, asistió al foro de la paz en el que Prem Rawat acudió para firmar un memorándum de entendimiento para ofrecer el PEP a 500 escuelas en una de las regiones más afectadas del país. «Llevar el Programa de Educación para la Paz a 500 escuelas de Antioquia es enviar un mensaje: existe una nueva oportunidad. Los niños que truncaron sus sueños están construyendo un futuro», dijo.
Su valoración positiva sobre el PEP es común a otras autoridades del gobierno, de las instituciones educativas, de los negocios y humanitarias, abarcando desde internos a personas sin hogar pasando por docentes y ejecutivos. Más de 14.000 personas han participado en el programa en 2017, los resultados han sido sobresalientes.
«Es muy lindo el saber que todavía hay seres humanos que se entregan a la paz, que piensan en el otro, que están pensando en la estrategia para que un país surja de nuevo, a pesar de las secuelas de la guerra, —comenta Teresita Jaramillo, profesora y víctima del conflicto colombiano—. Y sobre todo a mí sí me gustaría que una de sus estrategias sea que el mundo lo sepa, para que no se vuelva a repetir nunca, ni en este lugar ni en otro lugar del mundo».











