Los exreclusos se inscriben en las clases de educación para la paz en Oxnard, California
Chantal Berclaz y Peter King son dos de los voluntarios que coordinan el curso Peace Education Program (Programa de Educación para la Paz, PEP), que en estos momentos ya está disponible para las personas que se encuentran en libertad condicional en Oxnard, California. Después de recuperar la libertad, estas personas tienen que asistir a una reunión sobre recursos donde diversos grupos realizan presentaciones con el objetivo de proporcionarles una guía y el apoyo suficiente en la transición para reincorporarse a la vida cotidiana. Chantal y Peter nos informan de las novedades sobre los esfuerzos que se han realizado para impartir las clases de educación para la paz a los exreclusos.
Desde el pasado mes de abril, he tenido el privilegio de presentar, junto a Peter King, el vídeo del PEP “Paz en el interior“, en la reunión bimensual para las personas en libertad condicional en Oxnard. Después de ver el DVD de presentación muchos de los asistentes se acercaron a nuestra mesa para obtener más información y varios de ellos se inscribieron en los cursos del PEP, que tienen lugar semanalmente en Oxnard.
El vídeo proyectado tuvo también una buena acogida entre los miembros de los equipos de recursos de apoyo presentes en la sala. Algunos de ellos preguntaron sobre la posibilidad de ofrecer el programa a otras comunidades. Comentaron, sobre todo, la total atención con la que los asistentes visionaban el DVD. Este tipo de focalización es poco común en la mayoría de las personas que acuden a estos cursos y se sienten desorientados sobre el esfuerzo que requiere reincorporarse a un mundo que ha cambiado en los 5 o 10 años que ha durado su permanencia en la cárcel. Resulta un proceso complicado para cada una de esas personas el descubrir qué harán “en el exterior”.
Tan solo unos pocos participantes acudieron a las primeras sesiones del programa de Oxnard cuando este comenzó en agosto del 2012. Pero incluso esas primeras clases resultaron maravillosas y emotivas. Sentíamos confianza en la evolución de la clase mientras los alumnos aprendían más y más acerca de su potencial interior. Sesión tras sesión, pudimos ser partícipes de la transformación de los asistentes.
Nos sentimos conmovidos en especial por uno de ellos. Después de ver cada uno de los DVD, Jim reflexionaba, tomaba notas y posteriormente compartía sus sentimientos. Cierto día preguntó: “¿Puedo seguir viniendo después de terminar todas las sesiones? Quiero compartir con otras personas en mi misma situación lo que he estado descubriendo y experimentando”.
Jim ha comenzado a invitar a otras personas a las sesiones. “Esta mañana —comentó— me encontraba totalmente desbordado de felicidad, sin razón alguna”. Con una mirada llena de bondad continuó: “Resulta duro ver la codicia y la falta de cariño en este mundo. Quiero ayudar, quizás sonriendo a otra persona, o en cualquier otra cosa para que esa persona se sienta mejor”.
Es extraordinario ver la esperanza, el amor, la alegría, el agradecimiento y la bondad aflorar sin importar lo ocurrido en el pasado, cómo son las circunstancias actuales o qué nos deparará el futuro. En un mundo en el que la esperanza es escasa y la vida diaria resulta un desafío, me siento conmovida al ver cómo el programa PEP llega al lado más humano —ese corazón que no ha perdido su belleza o su inocencia, a pesar de haber sido relegado durante años o décadas.











