Normalmente los artículos sobre el programa alimentario Food for People (Alimento para la gente, FFP) de la Fundación Prem Rawat (TPRF, por sus siglas en inglés), se centran en los niños que se alimentan en las instalaciones que están en funcionamiento en la actualidad; la India, Nepal y ahora en África. Nuestra bloguera invitada Kafui Esi-Adjei nos ofrece un inusual perfil de los pocos ancianos que se benefician del centro del FFP, recién inaugurado, en Otinibi, Ghana.
Tetteh Sowah tiene 67 años y viene a diario a comer al centro. Se siente contento por ser uno de los que tienen esa oportunidad de comer en el centro.
“Me dedicaba a mi huerto, pero ahora estoy débil y no puedo cultivarlo” comentó. “El centro Food for People es la respuesta a mis oraciones. Doy gracias a Dios por ello. En casa no me espera ni una mujer ni hijos, así que cuando como aquí, no vuelvo a comer durante el resto del día. Me siento muy agradecido por tener la oportunidad de comer alimentos nutritivos a diario”.
Rebecca Amele Quaye de 72 años, dice, “Estamos muy felices de tener el FFP en el poblado, gracias a Dios. La persona que nos provee del alimento que comemos debería ser bendecido. ¡Que Dios le pague por ello!
“Aquellos que preparan la comida en las instalaciones deben estar fuertes y sanos para alimentarnos. Ahora que el centro ha abierto, rezamos para que sea para siempre. Cuando escuché acerca del programa, me puse muy contenta, ya que no tengo hijos que puedan alimentarme. Me siento muy agradecida porque además de alimentar a los niños nos dan de comer a nosotros que no disponemos de medios para poder pagarles. ¡Qué Dios os bendiga por haber creado algo como esto, es una dicha!”
Ken Vorsah es profesor de la escuela secundaria de Otinibi y comentó: “Para algunos padres resulta un problema poder alimentar a sus hijos. Los niños abandonan la escuela debido a la falta de recursos y, gracias al programa alimentario, las matriculaciones se han incrementado””
Joyce Dotse, del personal del centro comenta: “Me entusiasmo cuando los niños llegan al centro. El característico sonido que nos llega antes de que accedan a las instalaciones es muy emocionante y es un placer ver a los ancianos y ancianas acudir a comer.
“Uno de los aspectos más emocionantes de todo el programa es ver entrar a los más pequeños y lavarse las manos. Saben donde recoger su comida y la degustan con gran satisfacción”.
Augustina Akuffo es otra persona que trabaja en el centro y se expresa así: “Me siento orgullosa de trabajar en este lugar tan precioso. Estoy aprendiendo mucho con lo que hago”.
Nota del editor: Cuando el centro FFP abrió sus puertas, veinte adultos venían a comer al centro los sábados. En la actualidad, entre cuatro y ocho adultos comen a diario los días laborables en el centro.
Fotos por Francis Ahore











