El cambio de los internos en la cárcel Thameside, Reino Unido

Foto de Julia Cleaver

tprf new logo no textTony McLean es un voluntario que coordina el Programa de Educación para la Paz (PEP) en la prisión Thameside de Londres. Birgitte Nielsen, su homóloga en Faaborg, Dinamarca, y Michel Klamph, directora del Departamento Internacional de Comunicaciones del PEP, residente en Toronto, Canadá, entrevistaron recientemente a Tony sobre la  repercusión que está teniendo el programa en los reclusos.

Birgitte: ¿Dónde impartes el Programa de Educación para la Paz y cómo comenzó?

Tony: Formo parte de un equipo de 14 voluntarios en la prisión Thameside de Londres. Primero presentamos el programa al director de la prisión; le gustó mucho, y nos dio permiso para  presentarlo en el centro, donde desde su comienzo en mayo de 2015 lo hemos presentado dos veces por semana de forma continuada.

Birgitte: ¿Qué impacto tuvo el PEP en los participantes?

Tony: Ha tenido un gran impacto. Cerca de 140 internos han asistido a los 10 talleres, uno a la semana, que contiene el curso. Muchos de los internos tienen baja autoestima, ya que provienen de un entorno en el que no han sido respetados y muchos sienten que no se les ha escuchado nunca. A su vez, muchos de ellos tampoco escuchaban antes. Con el Programa de Educación para la Paz han aprendido a escuchar.

Es importante que el coordinador preste atención a los comentarios que hacen y que los escriba para evaluar cómo aumenta su entendimiento. Es un placer ver cómo, con el tiempo, sus expresiones provienen de su corazón, en lugar de repetir lo que han oído.

Lleva menos de un minuto que los participantes se calmen y presten atención. Por lo general, se sienten muy contentos de hacer comentarios, y a muchos les gusta expresarse después de leer los materiales. Su autoestima parece estar aumentando y muchos se expresan con elocuencia.

Incluimos sus expresiones en los informes que preparamos para la dirección. Pedirles permiso para citarles y mencionar su nombre les da una gran confianza. A menudo se sorprenden de que alguien quiera utilizar lo que han dicho y, por lo general, están encantados de ser citados.

De los 140 participantes, cuatro no completaron el curso, menos del 3 %, así que en general, ha sido un gran éxito.

Birgitte: ¿Qué te ha aportado trabajar con el PEP?

Tony: Tengo más claro mi propósito y siento más fuerza interior. Trabajamos por algo muy valioso. Creo que podemos lograr cosas que nunca creí realizables. El interés por el programa en las instituciones penitenciarias aumentó sustancialmente tras la conferencia de Prem Rawat, en un foro para miembros de la justicia penal del Reino Unido en el Instituto de Cine Británico en junio. Hay más de 100 centros penitenciarios en el país.

Michel: ¿Qué estrategias utilizas para ayudar a los participantes a ser receptivos?

Tony: Tratamos de aprender su nombre y llegar a conocerlos. Les animamos a que se relajen y disfruten de los talleres al máximo.

Michel: ¿Se consigue gracias a la amabilidad de los colaboradores?

Tony: Sí, porque los internos responden exactamente de la misma manera, con amabilidad. Ayuda mucho decirles al principio que somos voluntarios; eso cambia completamente el ambiente y los internos dejan de verte como alguien del sistema. Se sorprenden de que alguien  dedique parte de su tiempo, sin cobrar nada, a estar con ellos. Eso lo captan en menos de medio minuto.

También aprecian los materiales y entienden que los aspectos de la paz de los que habla Prem Rawat son para el momento presente. Les ayuda a asumir dónde están ahora, y les aporta fortaleza para apreciar su vida, incluso en una situación tan difícil, lo que les sorprende tanto como a nosotros.

Michel: ¿Quieres añadir algo más para concluir?

Tony: Quisiera dar las gracias a todos los colaboradores del Programa de Educación para la Paz. Recomiendo a cualquier persona que esté interesada en colaborar que reúna el equipo adecuado.

Por mi experiencia, los internos se sienten especialmente agradecidos por el programa. Están deseando que lleguen las clases, al igual que los coordinadores. Al final de los talleres, se crea un ambiente muy especial de aceptación y libertad. Me gustaría animar a la gente a comenzar el PEP en cualquier institución. A veces es cuestión de superar la barrera de la inseguridad y, simplemente, hacerlo. Entonces todo encaja y es una experiencia maravillosa. Nunca se sabe qué efecto tendrá el programa en una persona.

 

 

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